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¿Cómo se ha comportado el segmento de baja volatilidad en periodos de mercados bajistas?

Analizamos el comportamiento de los valores de mínima y baja volatilidad en los últimos 20 años, dada la relativa solidez de los mercados de renta variable, y cómo han evolucionado esas acciones de riesgo más reducido en anteriores caídas de los mercados.

AUTORES

James C. Fallon
Portfolio Manager

Christopher Zani, CFA
Institutional Portfolio Manager

Dada la velocidad, la gravedad y la naturaleza indiscriminada de la caída del mercado provocada por la pandemia en 2020, los inversores podrían pensar que las estrategias de baja volatilidad no han proporcionado la protección bajista esperada en esos tipos de coyuntura de mercado. A largo plazo, hemos asistido a sólidas rentabilidades de los mercados de renta variable impulsadas por tipos bajos y políticas monetarias acomodaticias. Los índices MSCI ACWI y S&P 500 arrojaron resultados positivos en 15 de los últimos 20 años, y registraron una rentabilidad superior al 15% en la mitad de esos años. En una era en la que se usaban siglas como «TINA» (de la expresión inglesa There Is No Alternative, o no existe alternativa a la inversión en renta variable), parece razonable considerar que una estrategia posicionada de forma más defensiva habría quedado rezagada. En este artículo, compararemos los índices MSCI ACWI y S&P 500 con sus homólogos de mínima volatilidad o baja volatilidad en una serie de periodos bajistas para poder determinar cómo se comportaron los índices de menor riesgo y si mantuvieron el ritmo durante los 20 años que duró el entorno de apetito por el riesgo.

En los gráficos 1 y 2 se muestra la rentabilidad acumulada durante 20 años, tanto por los índices ponderados por capitalización de mercado como por los índices de mínima volatilidad. En vista de las sólidas rentabilidades de los mercados de renta variable de las últimas dos décadas, resulta sorprendente ver que el índice de mínima volatilidad se comportó casi igual de bien que el ponderado por capitalización de mercado pese a contar con un perfil de riesgo más reducido.

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El motivo por el que las acciones de baja volatilidad pueden mantener el ritmo del mercado general radica en el énfasis que se pone en la protección bajista, es decir, en no perder tanto en periodos de caída de los mercados. Fijémonos, por ejemplo, en el estilizado ejemplo del gráfico 3. En T0, un activo vale 100 dólares. Si ese activo hubiera perdido el 50% de su valor al llegar a T1, valdría 50 dólares. Para recuperar su valor original, ¿cuándo tendría que progresar? Un cien por cien. Este sencillo ejemplo matemático permite explicar por qué una estrategia más defensiva puede mantener el ritmo en un ciclo de mercado completo.

La capacidad para mantener el ritmo de los índices generales en términos acumulados en diferentes entornos de mercado es una característica importante de los valores de baja volatilidad, pero los inversores quizá se pregunten lo eficaces que resulten a la hora de ofrecer protección bajista durante periodos de caída de los mercados. En el gráfico 4 se recogen las espirales de ventas de los mercados mundiales superiores al 15% desde octubre de 2007. ¿Las estrategias de mínima volatilidad han cumplido siempre las expectativas en los periodos bajistas del mercado? No necesariamente. Sin embargo, en términos absolutos, retrocedieron menos que los índices de referencia ponderados por capitalización de mercado en las siete caídas del mercado. Si asumimos un arrastre en mercados bajitas de un 75% o menos como expectativa razonable para una estrategia de baja volatilidad a largo plazo, pero especialmente en momentos de grandes desplomes, observamos que el índice de mínima volatilidad rindió muy bien, con la excepción de la espiral de ventas provocada por el coronavirus a principios de 2020. En nuestra opinión, estos tipos de caídas extraordinarias son la excepción, no la regla. En los otros seis periodos, el retroceso medio fue del 52% en el caso del índice ponderado por capitalización de mercado.

En el gráfico 5 se muestra un análisis similar del índice de baja volatilidad estadounidense y se puede ver lo que cayó en comparación con el índice ponderado por capitalización de mercado, tanto en términos relativos como en porcentaje. Observamos una experiencia parecida en Estados Unidos, donde el índice de baja volatilidad capturó una menor parte del descenso que el índice ponderado por capitalización de mercado en cuatro de los cinco periodos, quedando la crisis provocada por el coronavirus como una excepción. En ese breve periodo de tiempo, sectores que suelen hacer gala de una baja volatilidad se mostraron mucho más volátiles, mientras que los inversores consideraron que aquellos en los que se anticipaba una volatilidad más elevada, como la tecnología, se revelaban defensivos dada la nueva realidad del teletrabajo. A nuestro juicio, el entorno de mercado de los primeros compases de 2020 fue extremadamente inusual en términos históricos y, en gran medida, estuvo marcado por las singulares circunstancias económicas en las que nos encontramos en aquel momento.

En conclusión, creemos que las estrategias de menor riesgo, representadas por los índices de mínima y baja volatilidad, han logrado mantener el ritmo de sus homólogas ponderadas por capitalización de mercado y, al mismo tiempo, han cumplido las expectativas de ofrecer protección bajista en los periodos de caídas más acusadas, con la excepción del desplome que presenciamos a principios de 2020. Creemos que un enfoque de inversión de baja volatilidad puede generar robustas rentabilidades ajustadas al riesgo con una progresión sin tantos altibajos para lograr una sólida revalorización del capital a largo plazo. En un ciclo completo de mercado, con sus subidas y bajadas, una cartera de baja volatilidad que evita grandes pérdidas debería conseguir una revalorización del capital a un ritmo mayor y, con ello, podría «ganar evitando pérdidas».

Notas

1 Fuente: Factset, a 31/12/2023.

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