El regreso al poder del presidente electo Donald Trump en Estados Unidos trae consigo una renovada incertidumbre y obstáculos para los activos de los mercados emergentes, como un dólar estadounidense más fuerte, un incremento de los rendimientos del Tesoro estadounidense y el riesgo de aumento de los aranceles. Sin embargo, la probabilidad de que la economía disfrute de un aterrizaje suave ha aumentado con la victoria aplastante de los republicanos en el Congreso, que prevén un programa favorable al crecimiento que respaldaría a los mercados emergentes. Además, la Reserva Federal de EE. UU. ha recortado los tipos de interés en sus dos últimas reuniones y, por lo general, los ciclos de relajación de los bancos centrales de los mercados emergentes ya están en marcha. También esperamos cierta estabilización en China, otro factor de impulso para los activos de los mercados emergentes.
¿Qué implicaciones tiene el resultado de las elecciones sobre la inflación estadounidense y la Fed?
Aunque hay una incertidumbre postelectoral, las políticas de Trump —una combinación de recortes de impuestos, aranceles y una inmigración más estricta— podrían desembocar en un entorno de incremento de la inflación en EE. UU. Es probable que los aranceles sean lo primero en llegar. Los planes de imponer aranceles del 60% a los productos chinos y un gravamen de entre el 10% y el 20% a otras importaciones también presionarían al alza los precios en un momento en que la inflación parece estar empezando a controlándose. Si hay una prórroga de los recortes fiscales de 2017, esta podría tardar en aplicarse, pero si se promulgan recortes adicionales, se sumarían a la ya de por sí expansiva política fiscal estadounidense. El aumento de la renta disponible debido a la reforma fiscal probablemente incrementaría el consumo. Además, Trump tiene pensado reducir la inmigración y deportar a los inmigrantes no autorizados. Aunque muchos creen que las deportaciones a gran escala serían inflacionistas, ya que reducirían la oferta de mano de obra, la medida también rebajarían la demanda global, lo que podría contrarrestar el impulso inflacionista.
La Fed confía cada vez más en que la inflación estadounidense vuelva a situarse en su objetivo de forma sostenible. En septiembre, llevó a cabo un recorte de los tipos de interés de 50 puntos básicos, mayor de lo previsto, seguido de otro de 25 puntos básicos en noviembre. Aunque la Fed esperará a que se apliquen las políticas propuestas por Trump antes de incorporarlas a sus perspectivas, la inquietud de los mercados podría provocar un incremento de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense, ya que los inversores temen que la inflación invierta su trayectoria. La Fed preferiría evitar un repunte y, aunque vaticinamos nuevos recortes de tipos, el ritmo del ciclo de relajación podría ralentizarse.
En China y la zona euro, la imposición de aranceles estadounidenses frenaría el crecimiento y, por lo tanto, revestiría un carácter deflacionista. Es probable que sus bancos centrales respondan con una mayor relajación y esperaríamos que sus monedas se debilitaran. Una incertidumbre clave es qué aranceles impondrían estos países a EE. UU. como respuesta. Impongan lo que impongan, las medidas podrían ser inflacionistas, aunque creemos que predominaría el impacto de una ralentización del crecimiento.
¿Qué implicaciones tiene para el universo de la deuda de los mercados emergentes (DME)?
La imposición de aranceles adicionales frenaría el crecimiento de los países emergentes que exportan muchos productos manufacturados a EE. UU. China constituye la inquietud principal, ya que el país podría enfrentarse a un arancel del 60%, y su economía ya atraviesa dificultades. En general, las economías que dependen del comercio y de la fabricación de bienes, como las asiáticas, serían probablemente las más perjudicadas, ya que los aranceles reducen los flujos comerciales y ejercen una presión a la baja sobre el crecimiento. Por el contrario, las economías grandes y centradas en su mercado interior, como la India, pueden estar más aisladas, ya que son menos sensibles al comercio. América Latina podría verse afectada negativamente, aunque en menor medida que los países asiáticos. Muchos países latinoamericanos son exportadores de materias primas y, por lo tanto, se revelan menos vulnerables a los aranceles.
Queda por ver si se impondrá la amenaza del 60% a China, ya que no parece que el apoyo sea muy amplio entre las empresas estadounidenses a la hora de aplicar aranceles a este nivel. Asimismo, China ya ha publicado anuncios importantes de estímulo fiscal y es probable que se produzcan nuevos estímulos si las subidas de aranceles estadounidenses resultan ser considerables. Cabe destacar que los aranceles implantados durante la primera presidencia de Trump ralentizaron las exportaciones chinas a EE. UU. Sin embargo, el impacto no fue grande en el crecimiento global de los mercados emergentes y los diferenciales mantuvieron su buen comportamiento durante esa etapa.
Podría darse que los aranceles comerciales afecten más a las divisas de los mercados emergentes que a los diferenciales de sus bonos. Por lo general, la moneda del país que impone los aranceles se aprecia frente a la del país cuyas mercancías están sujetas a gravámenes. Por lo tanto, algunas monedas emergentes podrían sufrir bajo la nueva Administración. Por ejemplo, Europa podría ser un objetivo de los aranceles y, en el universo de la deuda de los mercados emergentes, esta flaqueza podría reflejarse en Europa Central y Oriental. En términos más generales, un dólar estadounidense más fuerte provocaría un debilitamiento de las monedas de los mercados emergentes, lo que podría presionar a los responsables políticos de estos países a ralentizar detener sus ciclos de relajación monetaria para defender su moneda.
Otras políticas de Trump podrían repercutir en algunos países de los mercados emergentes. Por ejemplo, Ucrania puede beneficiarse de un final rápido de su guerra con Rusia. México, por su parte, tendrá que trabajar codo con codo con EE. UU. para llegar a un acuerdo sobre cuestiones como la migración y la revisión del acuerdo comercial T-MEC (el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá) que se prevé para 2026. En otros lugares, la política de deportaciones masivas de Trump puede perjudicar a países de Centroamérica (como El Salvador y Guatemala) y el Caribe, que dependen en gran medida de las remesas de los emigrantes.
A pesar de estas inquietudes, los fundamentales de la deuda soberana de los mercados emergentes se encuentran en una situación relativamente buena. El crecimiento de los mercados emergentes ha demostrado su resiliencia y ha mantenido un buen diferencial con las economías desarrolladas, sus tipos de interés reales siguen siendo relativamente elevados, sus tipos de cambio no están sobrevalorados y sus balances exteriores son relativamente sólidos y solo reflejan unas necesidades moderadas de financiación exterior. Los balances de los hogares y las empresas de los mercados emergentes, sin China, tampoco parecen tensionados. Además, algunos de los países emergentes más débiles han salido de la suspensión de pagos gracias a programas de reforma respaldados por el FMI. Estos puntos fuertes deberían ayudar a las economías emergentes a absorber las perturbaciones mundiales (como los aranceles).
¿Cuáles son las oportunidades y los obstáculos tras las elecciones?
Durante el primer mandato de Trump, las rentabilidades de la deuda de mercados emergentes resultaron magníficos a pesar de sus políticas de «America First», por lo que son una prueba de que a los mercados emergentes les puede ir bien bajo una Administración Trump. Además, si nos fijamos en la rentabilidad histórica de los mercados emergentes dos años después de la primera bajada de tipos de la Fed, las rentabilidades son impresionantes en términos comparativos, lo que ilustra el impacto positivo que la relajación de la Fed ha tenido, en términos históricos, en esta clase de activos. La suma de estos dos factores nos lleva a creer que las perspectivas de rentabilidad de esta clase de activos son sólidas, aunque prevemos un aumento de la volatilidad a corto plazo.
En nuestra opinión, el mayor riesgo de cola es Oriente Próximo. La política de «máxima presión» de Trump sobre Irán y su postura de apoyo a Israel corren el riesgo de agravar las tensiones en la región. Una escalada significativa provocaría una subida de los precios del petróleo y un mercado de aversión al riesgo más amplio. En octubre de 2024, nuestras carteras de deuda de mercados emergentes en moneda fuerte estaban muy infraponderadas en la región precisamente por este riesgo.
¿Se plantea el equipo ajustar las carteras?
Hemos mantenido una postura de riesgo prudente en nuestra cartera en moneda fuerte de deuda de mercados emergentes de MFS dadas las exigentes valoraciones, y los riesgos de aranceles comerciales y de una escalada del conflicto en Oriente Próximo que se mencionan con anterioridad. En la actualidad, seguimos infraponderando la duración de los diferenciales de los mercados emergentes, al tiempo que hacemos hincapié en la deuda soberana de mayor calidad de la cartera.
En las carteras de moneda local y mixtas, contamos en la actualidad con una posición larga en el dólar estadounidense y una posición reducida en duración. Esperamos que el entorno de mayor fortaleza del dólar estadounidense persista durante algún tiempo. Sin embargo, creemos que los bancos centrales de los mercados emergentes acabarán por continuar o reanudar los recortes de tipos de interés, por lo que mantenemos las posiciones en algunos países determinados.
Las opiniones expresadas pertenecen a MFS y pueden variar en cualquier momento. Dichas opiniones se ofrecen exclusivamente a título informativo y no deberán considerarse una recomendación para comprar ningún título ni una incitación o asesoramiento de inversión. Las previsiones no están garantizadas. Las rentabilidades pasadas no garantizan los resultados futuros.