Aunque los precios actuales no son tan elevados como durante la burbuja de las «puntocom» de la década de 1990, en vista de la rentabilidad histórica de los activos de riesgo, no debería sorprendernos demasiado que sus niveles ronden los de finales de la década de 1920. No obstante, no estoy diciendo que vayamos a regresar a octubre de 1929 ni a vivir otra Gran Depresión, puesto que existen muchísimas diferencias entre un periodo y otro.
Si bien las valoraciones se parecen, por sí solas pueden resultar un motivo de inversión peligroso. Además, cabe destacar que los inversores deben tener presente la senda que seguirán los beneficios futuros, el denominador del gráfico anterior y el factor más determinante de los precios que pagarán los inversores. Lo que me lleva a mencionar otra similitud con la fase tardía de la década de 1920: los aranceles.
En 1929, los inversores empezaron a descontar los planes del Congreso republicano de imponer aranceles a más de 25.000 productos que entraban en Estados Unidos. Esto revestía importancia para los inversores porque, aunque los aranceles hacen que los productos estadounidenses resulten más atractivos para los compradores nacionales, encarecen los costes para los productores de EE. UU. que obtienen mercancías fuera del país, así como para los consumidores. Si bien hubo otros catalizadores hasta llegar a octubre de 1929, las perspectivas de los aranceles Smoot-Hawley fueron un factor que cambió la manera de pensar de los inversores respecto de las ganancias futuras y de lo que estaban dispuestos a pagar.
Para ser justos, mucho antes de las elecciones de 2024, los costes de los insumos habían aumentado a causa del incremento de los costes de capital y laborales. Sin embargo, las empresas lograron compensar en gran medida esas presiones subiendo los precios a los clientes y recortando gastos en esferas que no fueran esenciales para su negocio. Lo que ha cambiado es que los consumidores han empezado a sustituir bienes y servicios según sus necesidades, lo que ha reducido los precios y la inflación, así como el gasto empresarial en ámbitos innecesarios. Ahora que ya se han aplicado las medidas más sencillas, en el futuro resultará más complicado maniobrar para proteger los márgenes de beneficios, lo que traerá un nuevo paradigma con una dispersión de rentabilidades mucho más amplia en los índices de referencia.
En conclusión, la menor intervención gubernamental en la economía y los mercados debería haberse producido hace tiempo y se acoge de buen grado. No obstante, creo que los inversores deben tener presente qué puede conllevar un papel más secundario del Gobierno para la rentabilidad de proyectos y negocios que son incapaces de compensar la mayor presión de los precios. En consecuencia, creo que, con Trump 2.0 y, en concreto, con un Gobierno menos intervencionista, puede peligrar el dominio en términos de rentabilidad mostrado por la inversión pasiva.
Notas
1 Fuente: Bloomberg, S&P 500. Rentabilidad acumulada y anualizada calculada usando datos mensuales del 31 de enero de 2009 al 31 de octubre de 2024. Las rentabilidades se expresan en términos brutos y en USD.
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