noviembre 2024
Temas mensuales del mercado de renta variable
Un análisis de las tendencias y dinámicas de los mercados mundiales de renta variable.
Ross Cartwright
Estratega jefe
Grupo de estrategias e información
Past Installments
octubre 2024
Desde mi despacho de Londres, sería descuidado ignorar el primer presupuesto laborista del Reino Unido en casi una década y media. Este presupuesto señala una flexibilización notable de las reglas fiscales a pesar de la subida de impuestos, que se materializará principalmente a través de un aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo de las empresas, cuyo objetivo es financiar los elevados gastos. A corto plazo, es muy posible que este gasto estimule la economía, pero se corre el riesgo de presionar al alza tanto la inflación como los rendimientos de la deuda pública británica (gilts).
La respuesta inicial de los mercados fue contenida, habida cuenta de las noticias ya anunciadas por la ministra de Hacienda antes del presupuesto. No obstante, los mercados de gilts reaccionaron de manera más negativa ante el anuncio de un informe de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria al día siguiente en el que se detallaba la magnitud del endeudamiento previsto. El movimiento de precios no puede compararse con el del episodio vivido hace dos años bajo el gobierno de Liz Truss, cuando los rendimientos de los gilts se dispararon; no obstante, habida cuenta de los mayores costes de financiación y la depreciación de la libra, los inversores están lidiando con las perspectivas de un entorno de tipos de interés más elevados bajo un prisma estructural.
En cuanto a la renta variable, creemos que las previsiones de consenso apuntan a que resistirá frente a la subida de los impuestos y de los tipos. No obstante, el pronóstico a largo plazo para el crecimiento depende de si los gastos de capital adicionales podrán hacer frente a unos problemas de envergadura, como una productividad renqueante, unas infraestructuras de transporte deficientes, así como los retos que plantea el cambio climático, la defensa y los avances tecnológicos. Si bien el repunte de la inversión significa un progreso, no cumple el lema de la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, de «invertir, invertir, invertir». La estrategia se parece bastante más a un enfoque convencional de recaudar y gastar, ya que la mayor parte del nuevo endeudamiento se asigna a gastos existentes.
Para que el gobierno disponga del margen de maniobra fiscal necesario para impulsar la inversión, creemos que debe cultivar un entorno que promueva la inversión del sector privado. Este tipo de enfoque se revela fundamental para romper la trayectoria de bajo crecimiento y, por ende, catapultar los mercados bursátiles británicos.
El entorno macroeconómico benigno sigue resultando propicio para los activos de riesgo. La inflación continúa moderándose y, si bien podría tardar algo en llegar al objetivo del 2%, está lo bastante cerca como para que las empresas puedan manejarla. Los tipos de interés a corto plazo están bajando a medida que los bancos centrales tratan de ajustar sus tipos de referencia de unos niveles restrictivos hacia unos que consideran neutrales. Las cifras del PIB siguen mostrando indicios de robustez: tanto Francia como Alemania han sorprendido al alza, si bien nos mantenemos cautelosos con respecto a estas dos economías. China también está pasando dificultades, y mucho depende del moderado paquete fiscal que está a punto de anunciar. El empleo y los salarios siguen siendo sólidos, aunque la volatilidad de las nóminas no agrícolas estadounidenses —que se debe a las revisiones, huelgas y huracanes— dificulta las previsiones. En vista de los reducidos diferenciales de crédito, algunos inversores en renta fija no parecen estar demasiado preocupados por los flujos de caja o la rentabilidad de las empresas.
Queda el consumo, que está manteniendo la economía encarrilada. Al examinar los índices de gestores de compras (PMI, por sus siglas en inglés), el manufacturero y el de construcción están pasando apuros y, frente a la lenta economía de bienes, la robusta economía de servicios es la que sigue alentando el crecimiento. Así lo volvieron a poner de manifiesto las recientes cifras del PIB estadounidense, que se vieron impulsadas por los servicios y el gasto público. Los salarios reales y los bajos niveles de desempleo siguen respaldando el consumo. Los segmentos de rentas medianas y altas, que son los principales catalizadores del consumo, siguen mostrando solidez. No obstante, hay indicios de que los consumidores más jóvenes y los de rentas más bajas se encuentran bajo estrés. A pesar de ello, deberían ser de los que más se beneficien de la caída de los tipos de interés.
La continuación del crecimiento podría provocar una nueva racha de presión inflacionista. Por otra parte, este riesgo se ve mitigado por la continua debilidad de la demanda de petróleo, si bien no pueden descartarse perturbaciones del suministro de Oriente Próximo. Estados Unidos produce más energía de la que necesita, y la OPEP está prorrogando los recortes de la producción para mantener los precios elevados. En lo que se refiere a la tasa de paro, está repuntando debido a la caída de las ofertas de trabajo, más que a despidos importantes. Ahora bien, una disminución en las ofertas de empleo no implica presión inflacionista.
Todo esto presenta un panorama favorable para los activos de riesgo, como las acciones. Algo que también propicia un mercado de renta variable saludable son los continuos signos de que los beneficios vuelven a ampliarse en el mercado a medida que se van publicando los resultados empresariales. Esto no significa que estemos en un entorno de propensión al riesgo de fase inicial del ciclo. Desde la expansión cuantitativa, los tipos cero y la COVID, nos hemos quedado atascados en esta dinámica de mercado entre la fase de auge y la de final del ciclo, en la que falta la destrucción creativa característica de un ciclo económico normal. Si bien una mayor amplitud ofrece a los inversores más oportunidades de obtener una rentabilidad superior más allá de los valores de IA y los «siete magníficos», hay que seguir identificando buenas empresas que exhiben unos vientos a favor estructurales. Dados los elevados niveles del ratio PER del S&P 500, consideramos que los inversores deberían contar más con los beneficios, más que los múltiplos, para impulsar las cotizaciones bursátiles.
El oro ha copado titulares tras una escalada del 33% en lo que llevamos de año. Por lo general, se considera una cobertura frente a la inflación, la devaluación de las divisas y una depreciación del USD, o un valor refugio en tiempos de incertidumbre. Tal vez sea la cobertura de última instancia. Entonces, ¿por qué está subiendo y qué conviene hacer ahora?
El buen comportamiento reciente del oro podría obedecer a varias razones. Después de muchos años en que no servía de mucho —y, francamente, no funcionaba como cobertura—, los inversores institucionales habían infraponderado el oro. Sin embargo, parece que esto está cambiando, en parte debido al impulso, pero también por otras razones, como las que enumeramos a continuación.
No obstante, según el Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés), los bancos centrales han ralentizado sus compras en cerca de un 49%, el nivel más bajo en dos años. El alza del precio también ha hecho disminuir las compras para joyería que, según el WGC, representa un 40% de la demanda mundial. La demanda de joyas cayó un 7% en el tercer trimestre.
Hay tres variables principales que hay que comprender a la hora de valorar cualquier inversión: los flujos de caja, el crecimiento y el riesgo. La valoración del oro reviste una especial dificultad, ya que no genera flujos de caja, por lo que los inversores deben centrarse en el crecimiento de la demanda para que haga subir su cotización y tener en cuenta los riesgos de ese crecimiento. Se han construido modelos para intentar fijar un precio del oro. Estos suelen estar vinculados a variables macroeconómicas como los rendimientos reales (con los que el oro ha estado tradicionalmente muy correlacionado), pero en los últimos años, pocos de ellos han resultado útiles.
Una reducción de las compras por parte de los bancos centrales y la ralentización de la demanda de joyas podrían frenar el impulso, y podría darse un breve periodo de debilidad a corto plazo. Dicho esto, el oro sigue revelando una buena dinámica, lo que augura que se mantendrá la demanda del metal precioso como cobertura en las carteras.
Las opiniones expresadas en este material pertenecen al Grupo de estrategias e información de MFS, parte de la unidad de distribución de MFS, y pueden diferir de las de los gestores de carteras y analistas de MFS. Estas opiniones pueden variar en cualquier momento y no deben interpretarse como asesoramiento de inversión del Asesor, como recomendaciones sobre títulos-valores ni como indicación de intención de negociación en nombre de MFS.
La diversificación no garantiza la obtención de beneficios ni la protección frente a pérdidas. Las rentabilidades pasadas no garantizan los resultados futuros.